Las bases de la cocina regional madrileña se sientan en el siglo XVI, cuando el rey Felipe II proclama a Madrid como capital, a partir de dos niveles bien diferenciados: el de la aristocracia y el de las clases populares. Entre las propuestas se incluyó la mayor participación de socios que no fuesen empleados del CUR, así como el cambio de nombre de la institución a «CURCC Peñarol».