En la camiseta vemos detalles en el pecho, a modo de réplica de la musculatura del jugador. Es muy difícil otorgar un premio a la mejor camiseta Rojinegra, pero pocas tuvieron tanta identidad como la de 1997, cuando la Academia vivía un auge gracias a sus talentosos canteranos. Si encima la lucen jugadores que rebosan carisma como Aubameyang, el éxito está servido.