Los stéphanois habían dominado la Liga en la segunda mitad de la década de los sesenta con cuatro títulos consecutivos del 67 al 70. Antes había discutido la superioridad del Mónaco, arrebatándole la Liga del 64 que supuso no solo al ruptura del pulso entre los monegascos y el Stade Reims en la primera mitad de la década, si no la caída de estos últimos a 2ª división, víctimas de una de las crisis económicas que azotó la débil estructura del fútbol francés hasta entrados los ochenta.